Autores: Roth, E., Guillén, N. y Garnica, L.
RESUMEN:
La integración parece ser el reto más importante que deben enfrentar hoy las sociedades culturalmente plurales, y es al mismo tiempo una aspiración plagada de dificultades y obstáculos tanto para conceptualizarla como para hacerla posible. Buscar la integración supone entender que las relaciones entre individuos y grupos deberían ser, por sobre todo, respetuosas; es asumir divergencias y coincidencias como estados naturales de un colectivo. Tiene que ver con aceptación y tolerancia entre personas con ideas y propuestas diferentes. Se trata de entender que existen valores, actitudes y creencias compartidos o que pueden estar circunstancialmente en conflicto porque no existen visiones y cosmovisiones universales. La integración demanda conciencia de que el disenso muchas veces es la norma y no la excepción, y lo es porque en un mundo plural deben coexistir ideas que provienen de individuos diferentes, que se ven, se sienten, se aceptan y actúan como diferentes.
Una sociedad plural es ante todo un grupo humano constituido por varios componentes étnicos que incorporan o no distintas etnicidades, pero que con toda seguridad expresan identidades disímiles que cohabitan espacios territoriales comunes y comparten una normativa formal de carácter general, y donde operan fuerzas de poder y dominación en pugna. Por lo tanto, de aquí se desprende que el pluralismo de las sociedades se encuentra determinado sobre todo por la multiplicidad de identidades compartidas o no. En el caso de Bolivia, donde la integración del pluralismo cultural se encuentra en construcción desde hace aproximadamente 70 años buscando reunir y conciliar las identidades sociales, étnicas y nacionales dispares de sus habitantes, resulta imperativo
entender el proceso de formación de tales identidades, sus características y las múltiples y complejas relaciones que presentan para avanzar en el proceso de integración nacional, evitando los errores del pasado.